Tuesday 16 November 2010

Cada cosa en su momento.

Cuando tienes tres, quieres tener cuatro, y poder entrar al parque de los "mayores". Cuando tienes ocho te sientes grande, pero te gustaría tener ya los diez, y que mamá te diera dinero para comprar las estampas de fútbol al salir del colegio. Cuando tienes quince, intentas aparentar diecisiete y colarte en las fiestas, y cuando ya los cumples, te quedas mal porque te queda un año para la "libertad". Por fin tienes veinticinco, te enamoras de alguien de treinta y dos, y te rechaza por se inmaduro. Llegas a los cuarenta y pasas la crisis con arrogancia y depresión, trabajo y estrés. Cuando tienes cincuenta y sesenta lo único que te interesa ya, es que no te pregunten por la edad. Se está acabando tu tiempo, tienes ochenta y cuatro años. Cáncer de pulmón. te das cuenta del tiempo perdido, y entonces piensas en lo que darías por volver a ser un niño. Correr campo a través persiguiendo gallinas. Merendando un buen bocadillo de chocolate preparado con dulzura por la abuela. Entonces empiezas a meterte en la vida de los niños de tu alrededor diciéndoles que no pierdan el tiempo, que lo vivan segundo a segundo, pero ellos no te hacen caso, siguen preocupados porque no verán por tu culpa su programa favorito.
Te hacen una donación. Has llegado a los noventa y seis años. Ahora es cuando realmente te das cuenta. Cuando realmente sientes que estas viviendo de verdad. Como volver a nacer y tener una última oportunidad.

3 comments:

DakotaDrew said...

me senti muy identificada con eso de Cuando tienes quince, intentas aparentar diecisiete y colarte en las fiestas. ♥

Al said...

Ana, me encanta, es precioso, y aparte de eso sabes que todos los días miro tu blog.Me hace olvidarme del mundo. Como cuando hablamos de cosas que para nadie son importantes. Te quiero.
Knopfler.

Ana Ascanio said...

Al...
Te quiero(: